Raúl Brasca
Lo tenía todo, un trabajo agradable y bien remunerado, salud, buen porte. Las mujeres morían por él. Sin embargo, nunca estaba del todo conforme y se quejaba ante sus compañeros de copas de su mala fortuna. Cuando se encontró la lámpara creyó que por fin iba a tener lo que ambicionaba. Le pidió al genio que le diera riqueza inagotable, fogosidad extrema y acostarse todas las noches...