Patricia Nasello
La guerra líquida, según fue apodada, tan sucia como todas las que le antecedieron pero más cruenta que ninguna, finaliza. Los sobrevivientes, unos pocos hombres que ahora se piensan infinitamente poderosos, cumpliendo el acuerdo de palabra con el que sellaron el enfrentamiento fratricida, narcotizan los mares —único modo de atraparlos— y los parten, y reparten, y secuestran...