Ernesto Antonio Parrilla
El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014 me presenté en su casa, decidido a todo. Si habíamos logrado esa proeza, con dos jugadores menos, Messi lesionado desde cuartos, lo que estaba en mis manos era nada comparado con lo que había hecho la selección. Le toqué timbre tres veces, uno por cada gol argentino. Cuando se asomó, le di un beso en la boca, sin darle tiempo...