Monterroso, Augusto
Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo cual el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.
Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada ves era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche...