Diego Lanis, uno de los asistentes a la segunda Clínica de Microficción que dictó el escritor Edgardo Ariel Epherra en Buenos Aires, redactó una crónica del evento para compartir con los lectores de Cuentosymas.
El sábado 23 de noviembre se llevó a cabo una nueva edición de la clínica de microficción y cuento corto. La sede de la Sociedad Argentina de Escritores fue el lugar elegido. En la calle Uruguay 1371, de la Capital Federal, 16 concurrentes asistieron al evento. Edgardo Ariel Epherra, licenciado en letras, periodista y docente nuevamente estuvo al frente de las jornadas. El encuentro abarcó durante la mañana aspectos teóricos, mientras por la tarde la práctica tuvo su lugar preponderante.
Un estilo que está desde antes que la escritura y se considera el género del tercer milenio. Según palabras de Enrique Anderson Imbert debe ser cortito y conciso que quiere decir brevedad y precisión. Abelardo Castillo sostiene respecto al momento de publicar que: “ es hacer una pausa en el incesante trabajo de rectificación de uno mismo.” Epherra siguió con el análisis de la narración breve.” La forma elige el contenido, que narrador posible va a llegar al lector y utilizar lenguaje que llame la atención, contundente “ Todo lo que puedas mostrar no hay que explicarlo, no lo descubras. Hay que lograr que el personaje viva un hecho significativo. A través de un relato evocativo, hipertexto o un ensayo. En el cuento mostrar y en el ensayo demostrar. Tiene que tener autonomía, defenderse sólo.
El entusiasmo es fundamental a la hora de contar, como decía Jorge Luis Borges : “ el secreto de la felicidad es no traicionar a tu duende “. Las explicaciones se sucedían mientras el clima de confianza generaba las primeras bromas. Edgardo hacía las correciones con tono entre jocoso, irónico y pedagógico que contagiaba a los asistentes. Eso no le impedía decir con justeza las cosas. “ No traicionarse cuando uno sabe como es uno.” Siempre hay que decir lo que pasa, a quién le pasa y quién lo cuenta. Debe el lector conmoverse, pensar y movilizarse. El periodista y escritor remarcó que :” tenemos al protagonista, su problemática, el desenlace y su remate “. El marco para esto es una trama de superficie y una subyacente. Recordó que cualquier narración sin verbo pierde acción y sin sujeto pierde visibilidad.
Las impresiones se sucedían y las curiosidades que apoyaban lo escrito también .Las modificaciones del escritor a los textos comenzaban con un bueno y daban paso a una salida histriónica. Apeló a otro género la poesía. “ El microcuento es tributario de ella y su música “.Hay que pensar al servicio de quién escribe uno y hasta donde conocemos a ese lector. El ideal es el que uno plantea en su cabeza. A partir de ahí, delega en un narrador. Un planteo interesante es preservar al protagonista, contar su problema y dejarlo en suspenso. Luego, las peripecias que atraviesa para llegar a un remate que confirma y sorprende.
La última parte de la clínica consistió en dos ejercitaciones. Terminar un microcuento colectivo de tres integrantes y plantear variantes al microrelato del escritor mexicano Augusto Monterroso. Se leyeron los textos grupales e individuales. Había quedado atrás el aprendizaje para poner títulos sin repetir y no restarle fuerza al relato. Volvíamos a pensar en lo escuchado al principio como resumen de lo analizado. Sobre el final, las fotos del grupo para cerrar la jornada. Un micro con asientos para todos tanto los de 26 y los de 80-81 años. Escribimos para ser leídos. Leemos para ser escuchados. Lectores. Están ahí?.
DIEGO MARTÍN LANIS