Lucrecia Mirad
__ ¿Qué día es hoy?
__ 13 /13/13
__ ¿Sobreviví al accidente?
__ No
__ ¿Dónde estoy?
__ En el infierno.
La página de los textos cortos
Leandro Surce
No plenamente seguro coloqué la última ficha que me quedaba sobre el número 21. Hacía un rato largo que esta no era mi noche. Inicialmente la ruleta giraba mucho más despacio que la bolita. Mi cabeza también giraba, se estremecía repasando las posibilidades que respondían o a lo muy bueno o a lo muy malo. Un potente “No va más” retrajo en el acto los inquietos tentáculos de los jugadores. Finalmente, a fuerza de cierto suspenso, la bolita se estacionó en el cero suscitando en torno a la mesa un malestar generalizado. Quedé como pasmado, lo había perdido todo. Estaba listo para ser amado.
Renzo Barros
Ni martes o viernes 13, o este año 2013 hacían mella en la familia Felicity, no les importaban cuantos espejos rompieran, la sal derramada en el piso, los paraguas que abrían dentro de la casa, o cuántas veces pasaran bajo una escalera, eran magnéticos para los desastres, tenían como mascotas 7 gatos negros, les encantaba el ulular de las lechuzas y colcoles, era una familia que tenía su nube negra propia, todas las catástrofes eran atraídas por ellos, perdían dinero, se caían miles de veces por día, los asaltaban, provocaban incendios, tenían enfermedades super extrañas, alergias a todo lo que los rodeara, se intoxicaban hasta con agua,eran tóxicos con ellos mismos, salieron de vacaciones provocando lluvias, inundaciones, sequías y temblores, mientras su auto avanzaba el pavimento se agrietaba, aterrados se abrazaron y cayeron a otro plano dimensional donde eran la familia Lagrimal pero tenían muchísima suerte y ya no provocaban desastres ni destrucción, había cambiado su polo magnético y vencieron toda superstición.
Omar Julio Zarate
Si encendía un cigarrillo se quemaba la nariz, el pelo o los dedos. Fue bombero sólo un día ya que se accidentó (grado 2). Como cocinero no duró, una olla de aceite hirviendo saltó a su cuerpo. Su casa se incendió. Nunca más en mi vida tendré mala suerte, dijo y se lanzó desde un décimo piso (prefirió eso a un arma, para no seguir quemándose).
Ahora en el infierno arde a fuego lento, ad infinitum.
Osvaldo Palacios
El pasado martes 13 viajamos con mi amiga Keiko, la japonesa, a nuestro pueblo natal Lobos, para reunirnos con nuestros compañeros de la secundaria, ¡Dios, como pasa el tiempo, hace 40 años que nos recibimos!- comenté. Así, durante el viaje charlamos y recordamos viejas historias, hasta que volví a preguntar: ¿Keiko, Anita viene? Ella me contestó: -Dijo que sí, que por nada del mundo se perdería este encuentro, supongo que ya debe haber llegado de España. –Preferiría que no estuviese- expresé. -¿Por qué?…- dijo mi compañera. –Es martes 13, ella es la número 13, contando los tres compañeros muertos, dos de cáncer y el rubio que se ahorcó, deberíamos invitar a alguien más para sortear la mala suerte. -¡Ay, Mabel, tú y tus supersticiones, pensemos en el reencuentro y dejemos de pensar en creencias primarias! Anita nunca llegó, su avión se precipitó al mar, por causas aún no resueltas. Mabel solo atinó a decir: Yo lo presentí, pero como soy la supersticiosa nadie me prestó atención… Todos se miraron en silencio… y cerró su predicción diciendo: Dentro de 10 años, no elijan un martes 13 para festejar, puede que alguno de nosotros no esté.
Claudio Bellouh Ardoy
Al salir de la cama se torció un tobillo. En la ducha se resbaló y golpeó la rodilla. Al abrir su negocio (una librería), se cayó la cortina, rompiéndose un vidrio. Por la mañana no se presentó ningún cliente. Al mediodía, entró un chiquillo que curioseó un rato y de repente salió corriendo con un Cortázar. Se puso a pensar en la mala suerte que lo acompañaba. La yeta es un misterio. Es un fenómeno inexplicable; todo es ilógico, vaguedad y absurdo. Pero cuando te asocian a ella, es muy incómodo. Terminando el día, sin haber vendido un solo libro, entró un joven, lo encañonó con un arma y le exigió el dinero, como no lo había, tiro varios volúmenes al suelo y arrojó un fósforo sobre ellos. No encendió. Pensó: “soy un tipo de suerte”.
Maria Cristina Guarnieri
A los tres años quería ser actriz. A los diez ya tenía un ídolo (¿o será una ídola?): Marilyn Monroe. Desde entonces mi ambición no ha hecho más que crecer; ahora, transcurridos los años, es la de llegar a emular a Sara Bernhard, y nada más. Por otra parte esto es muy difícil ya que no tengo la mínima idea de interpretación y me llamo Francisco González.