Segunda entrega de la encuesta. Con el objetivo de promover el género breve les pedimos a los mismos escritores que eligieran a 11 autores para armar un seleccionado mundial de microficcionistas. A continuación el “Top eleven”, junto a una brevísima muestra de sus brillantes creaciones:
Ana María Shua (argentina)
“¡Huyamos! Los cazadores de letras est-n aq–”
Luisa Valenzuela (argentina)
Desaparecido: “Se fue sin decir adiós y nunca más lo vimos. Se fue sin cerrar la puerta. La cerraron los otros de la primera patada”.
Raúl Brasca (argentino)
Cadáver: “Me senté en el umbral de mi puerta a esperar que pasara el cadáver de mi enemigo. Pasó y me dijo “hasta mañana”. Con tal de no dejarme en paz, sigue penando entre los vivos”.
Augusto Monterroso (mexicano)
El dinosaurio: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Juan José Arreola (mexicano)
Cuento de horror: “La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones”.
Jorge Luis Borges (argentino)
El adivino: “En Sumatra, alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador le pregunta si será reprobado o si pasará. El candidato responde que será reprobado…”
Julio Cortázar (argentino)
Amor: “Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son”.
Marco Denevi (argentino)
Helena y Melenao: “Helena jamás volverá junto a Menelao. Un marido que para vengar su honor complica a tanta gente y a tantos dioses demuestra que tiene más amor propio que amor”.
David Lagmanovich (argentino)
Mensaje a la madre: “No quiero verte como eres, sino como te veía cuando lo eras todo para mí”.
Orlando Romano (argentino)
Guerra total: “Mutilaban a las mujeres más hermosas de sus enemigos para que no les aventajasen en el arte de la poesía”.
Juan Romagnoli (argentino)
“Tras la operación facial, vuelve a preguntar quién es la más bella. El espejo no responde desde que dejó de creer en los cuentos de hadas”.
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